Se han hecho muy pocos en el mundo, el primero de ellos fue en 2006, en China. Se trata del trasplante de pene, una cirugía extremadamente compleja, que a pesar de muchos condicionantes abre la puerta a mejorar la calidad de vida de los pacientes a los que se les ha tenido que amputar este órgano y que por ello sufren graves consecuencias psicológicas.
La escultura «Falo», tallada en bronce que conmemora la obra El cipote de Archidona del Premio Nobel de Literatura, Camilo José Cela. EFE/Cabalar
El trasplante de pene es una cirugía que está indicada para aquellos hombres que pierden el pene por amputaciones provocadas por heridas de guerra, accidentes de tráfico o cáncer. Pero también quiénes lo han perdido por una complicación durante una intervención quirúrgica, explican varios expertos a EFEsalud.
Actualmente, solo se han realizado cinco trasplantes de pene desde que se completó la primera cirugía en 2006. Han sido en Guangzhou (China), Baltimore y Boston (Estados Unidos), y dos en Ciudad del Cabo (Sudáfrica). él afirmó el coordinador nacional del grupo Uro-Andrológico de la Asociación Española de Urología (AEU), doctor Juan I. Martínez-Salamanca.

¿Por qué se han hecho tan pocos?
Son varios los factores que justifican el número reducido de trasplantes de pene.
Por un lado, es una cirugía de «alta complejidad». En ella los cirujanos conectan vasos sanguíneos y nervios de calibres muy pequeños. Además, como se han reportado pocos casos en la literatura, es difícil establecer la mejor técnica para realizar con éxito la cirugía de trasplante de pene.
Tampoco existe un protocolo estandarizado para el tratamiento y seguimiento de estos pacientes a corto y largo plazo, subraya Martínez-Salamanca, quien también es directora médica de Lyx Instituto de Urología.
A todo ello se une la dificultad de encontrar donantes. Las familias no suelen acceder a donar el pene del familiar fellecido, según el urólogo y jefe de servicio en el Hospital Ruber Juan Bravo de Madrid, François Peinado.

Los expertos también destacan la dificultad añadida de encontrar un órgano con características similares al paciente que lo recibe, como el color o el tamaño de la piel, unido a condiciones inmunológicas
Y es que una vez que se consigue el organo, hay que realizar examenes para determinar si hay compatibilidad. Este proceso puede demorarse varios meses, apuntan los expertos.
Y en la actualidad no hay un banco de este órgano como tal.
Rechazo psicologico
El receptor del pene donado y su pareja deben someterse a valoraciones psicológicas y ser aprobados por el equipo multidisciplinar que les atiende porque el riesgo de rechazo psicológico tras la cirugía de trasplante de pene es «alto», apunta Martínez-Salamanca.

De hecho, Peinado underraya que tras la cirugia el paciente puede tener problemas psicologicos. «Es un organo que ves todos los dias y es ajeno a ti, no es un organo entre comillas normal. Ese proceso de adaptación de psicología a mi me parece de lo más complejo”.
Tanto es así que en dos de los cinco trasplantes de pene que se han hecho en el mundo, el órgano trasplantado fue retirado por complicaciones de la intervención o problemas psicológicos del paciente. Uno de ellos fue precisamente el primero que se hizo en China, en el que el pene tuvo que ser amputado tras la operación.
La cara A de la moneda la reflekta otro de los casos, el primero que se hizo con éxito y que fue en Ciudad del Cabo. En esta ocasión, el paciente fue padre tiempo después del trasplante.
Un equipo multidisciplinar para la cirugía
Al tratarse de una operación de alta complejidad, existen múltiples equipos médicos involucrados en la selección del receptor y donante, en la cirugía y en el seguimiento del paciente. Los cirujanos urólogos forman parte indispensable de este equipo.
En la cirugia intervienen cirujanos plásticos, cirujanos urólogos, cardiólogos, infectólogos y personal de enfermería, principalmente.

Una vez se consigue un pene de donante, se procede a conectarlo con las principales arterias, venas y nervios del receptor.
“Hablamos de un procedimiento que implica un gran esfuerzo humano por la alta complejidad y que las venas y arterias que llevan la sangre al órgano se consideran de pequeño calibre (alrededor de 1,5 milímetros)”, dice Martínez Salamanca.
Así, hay que volver a unir todas las estructuras del pene, que no solo es un órgano sexual, sino que en él también se encuentra la uretra.
«Hay que unir los dos cuerpos cavernosos, los que se llenan de sangre y producen la erección; «Hay que volver a unir el cuerpo esponjoso, donde se aloja la uretra, que es por donde orinamos y luego todo el entramado, volver a unir las arterias del cuerpo para oxigenar la sangre del pene, las venas y los nervios», explicó Peinado .
Una recuperación lenta
La recuperación tampoco es sencilla, de hecho es extremadamente lenta. Requiere semanas y meses. Los expertos inciden en que, por ejemplo, un riñón, una vez lo trasplantan y conectan venas y arterias, empieza a funcionar casi inmediatamente.
En el caso del pene, tiene que recuperar la función sexual, la de miccionar y, por supuesto, cicatrizar.
¿Vida normal tras el trasplante?
Tras la recuperación, los pacientes, como cualquier otro transplantado, son vigilados de por vida por el equipo médico porque siempre existe el riesgo de que su cuerpo rechace el nuevo órgano. Tampoco están exentos de sufrir infecciones.
Y puede darse cuenta del caso de que los objetivos con los que se hizo la intervención no siempre se logren, indica Martínez-Salamanca.
No obstante, Peinado mantiene que este tipo de cirugía aunque aún se han hecho pocas, supone una ventana de esperanza «sin lugar a dudas».
“En el futuro creo que cada vez se árán si; la ciurgía en estos momentos ha evolucionado mucho y simplemente es cambiar el paradigma en general, lo único que hay que establecer unidades de gente muy especializada y luego tener casos, lógicamente. Y el gran problema es conseguir las donaciones, sobre todo es complejo a nivel personal y familiar, por todo lo que supone”, subraya el urólogo.