La psicóloga Raquel Tomé entró en la sección final de su ciclo «Resiliencia: cuerpo a cuerpo con el virus», donde habló con colectivos que jugaron un papel crucial en la pandemia de covid, como el personal sanitario, el personal de emergencias o los profesores. En este artículo hablo del trabajo de los psicólogos y, a continuación, ofrezco el testimonio de tres de ellos.
Caminar en busca de nuevas metas y objetivos, metáfora del crecimiento y la superación./EFE/Rolf Haid
A las puertas de esta Navidad de 2022, a casi tres años del estallido del coronavirus, los ecos de la pandemia penetran debilitados ante una realidad social engullida por la vorágine de un mundo trepidante y devorada por nuevas angustias e incertidumbres.
El Covid19 recuerda a los ruinosos restos de un galeón varado en la orilla del mar, antaño poderoso y timido. Pero que ya no conditionina nuestra vida porque afortunadamente su potencial mortífero se ha debilitado gracias a los avances sanitarios y científicos.
Hemos demostrado una vez más que, como especie, albergamos una enorme capacidad de resilienciaes decir.
En esos aciagos días, el colectivo de los Psicólogas/os contribuyó en la medida de lo posible a fortalecerla, comprometido con oferer a las personas apoyo psicología y emocional para estabilizar fuerts psicologicamente, autónomas y funcionales.
La resiliencia de los psicólogos
Los psicologas sabíamos mejor que nadie que la situación que enfrantábamos iba a ser como minimo estresante, muy estresante para la mayoría de las personas y puede que traumatica para algunas.
Y, que casi todos nos enfrontaríamos preguntas relacionadas con:
* La propia salud o la de nuestros seres queridos
* Seguridad laboral y dificultades financieras
* Las restricciones de aislamiento social impuesto por las férreas
* Los cambios drásticos de las rutinas diarias
* El dolor por la muerte de seres queridos
* Y, que además frente a una situación de «peligro objetivo», el estres continúo escupido por los medios de comunicación contribuyó a una exposición repetitiva. Y, pensamos que pudo empeorar aún más nuestro nivel de «estrés percibido”, es decir, cuánto amenazantes evalúamos ciertas situaciones de la vida diaria a la que nos vemos subomitos.
Si a este cóctel explosivo le agádimos el férreo confinamiento y las múltiples restricciones y que perdimos:
- El contacto familiar habitual
- La posibilidad de realización actividades que usamos habitualmente como instrumentos para regular nuestras emociones frente al estrés como son: disfrutar de la calidez y la compañía de nuestros amigos o conocer gente nueva, practicar o ver ciertas actividades deportivas, viajar, ir de compras, etc.
Nos entamente con el resultado de un trauma colectivo. Es decir, las personas que en condiciones normales habrían sido consideradas como de muy bajo riesgo para el desarrollo de psicopatología, se tornaron vulnerables al verse expuestas a altos niveles de estrés, pero carentes de sus estrategias habituales para regularse.
Anuncios de que la pandemia de covid19 seria grabada como una crisis epidemiológica y psicológicay efectivamente así ha sido.
Fuimos arrollados por la llamada»tercer aceite” preñada de problemas psicologías que aún hoy continúa, incremento de dolorosísimos índices de suicidio y una población que clama, como ya hizo en sede parlamentaria el ridiculizado Íñigo Errejón con el famoso: “Vete al médico”, una mayor presencia efectiva y real de Psicólogos /os en el sistema nacional de salud pública y por ende un reconocimiento a nuestro trabajo.

La psicología tiene la clave para la prevención
Sin embargo, ante este escenario dantesco, las Psicólogas/os sabíamos que podíamos hacer una labor de prevención fundamental.
Psychologists contábamos con poterosas herramientas que bien aplicadas ayudan a desactivar el pánico, a tolerar la incertidumbre, a wadear las swampas aguas de la tristeza y la depresión, a crear redes de apoyo y conectar, en definitiva, a o sucumbir.
Contribuimos con numerosas acciones individuales, atendimos gratuitamente a personas de escasos recursos. Actuamos con rapidez y flexibilidad y adaptamos el marco terapéutico al contexto online para continuar con los tratamientos psicológicos. Y, la mayoría de nuestros pacientes, acostumbrados en su mayoría a la cercanía y calidez del encuentro personal, lo acogieron.
Un nivel colectivo muchas de nuestras organizaciones como la capezada por el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, al cual cual tenezco y del cual fue vocal de la Junta de Gobierno aquel entonces, publicaron numerosas Guías de ayuda, videos informativos que presentaron útiles menús de estrategias de afrontamiento y construcción y financió con su dinero dispositivos asistenciales de atención psicológica gratuita dirigidos a la población en general y otros, a grupos específicos, para personas en duelo e intervinientes: medicas/os, nurses/os, cuidadores, dolientes, etc.
Solicitamos a las iInstitucionescuando ya los hospitales comenzaban a estar abastecidos de material sanitario, que procurasen flexibilizar algunos protocolos para humanizar la comunicación de malas noticias, el progreso de enfermedad o de la propia muerta y facilitar así las despedidas de las familias, dado que preveíamos abundancias de problemas pues aun hoy perviven el dolor de estas heridas.
Reclamamos por activa y por pasiva, más sensibilidad y más recursos psicológicos para atender esto emergencia psicologica. Y, nos topamos con la cara y la cruz, desde instituciones insensibles que negaron financiamiento y ninguneaban a nuestros profesionales a otras que sí supieron calibrar y apreciar la valía de nuestra aportación.
Éramos conscientes de que la capacidad de mentalización y su función reflexiva, aquella que nos permite comprendernos mejor a nosotros mismos ya los demás, estaba comprometido y esto constituye un elemento de enorme vulnerabilidad. Sabíamos que esto traería trágicas consecuencias.
pero tambien que éramos importantes para mantenernos fuertes y resilientes y nos volcamos en ser solidarios y ayudar.
La resiliencia de los psicólogos ha ayudado a la resiliencia de la población.
