Hígado graso, debido a diabetes o alcoholismo
Un hígado graso alcohólico puede desarrollar cirrosis -cicatrización- y eventualmente cáncer de hígado; e hígado graso no alcohólico, a menudo debido a factores de riesgo, por ejemplo colesteroltriglicéridos e hipertensión arterial, no suele dar lugar a complicaciones muy graves ni a cirrosis.
“A su vez, este hígado graso no alcohólico puede generar más o menos inflamación del hígado (NAFLD) o, en menor número de casos, esteatohepatitis (NAFLD), daño que aumenta la posibilidad de insuficiencia y cirrosis”, dijo el Dr. Enrique de Madaria Pascual, médico especialista en aparato digestivo del Hospital General ‘Doctor Balmis’ de Alicante.
¿Dónde se encuentra el hígado y para qué sirve?
“El hígado es un gran órgano vital con dos lóbulos, ubicado en la parte superior derecha de nuestro abdomen, justo debajo del diafragma, que es el músculo que nos hace respirar y hace, por así decirlo, la bóveda que lo separa. el vientre del pecho”, define de Madaria.
El hígado realiza cuatro funciones esenciales para la supervivencia humana.
“Uno es el metabólico, con el que procesa, juega, toma o destruye moléculas, sustancias: capta moléculas de carbohidratos, proteínas y lípidos de la sangre, especialmente de la sangre que proviene del intestino, entre los que se absorben todos los nutrientes. . en la digestión”, explica.
El hígado procesa estas moléculas y produce otras nuevas, como la glucosa, el colesterol y la albúmina, entre otras.
Al mismo tiempo, limpia la sangre de toxinas, léase alcohol, desechos celulares del cuerpo humano o componentes químicos de las drogas.
La segunda función es generar bilis, un líquido amarillo verdoso muy potente.
La bilis elimina las toxinas que no es capaz de gestionar: el hígado las envía al intestino y luego se eliminan en la defecación junto con las heces (las toxinas también se eliminan por la orina).
Por otro lado, dado que la bilis tiene propiedades depurativas, disuelve la grasa en el intestino para que podamos digerirla y absorberla.
La tercera función la utiliza, gracias a sus grandes células protectoras del sistema inmunitario, depurando la sangre del intestino que son microorganismos nocivos, bichos malos para el organismo.
Finalmente, es un depósito de sustancias: glutinosas, básicamente como glucógeno (moléculas de glucosa pegadas), vitaminas y minerales.

la llegada de la grasa al hígado
El hígado graso se caracteriza por la acumulación de grasa en las células del hígado, los hepatocitos, que son metabólicamente muy activas, lo que sugiere un alto nivel de relevancia en el equilibrio de los sistemas corporales.
“Este hígado graso puede ser iniciado por personas que consumen mucho alcohol, lo que se conoce como hígado graso alcohólicoo en personas que no abusan del alcohol, en cuyo caso se administra Hígado graso no alcohólico«, muestra la Dra. Enrique de Madaria.
El hígado graso alcohólico se cura suspendiendo el consumo de bebidas alcohólicas.
“En estos pacientes, el consumo elevado continuado de alcohol puede causar daños irreversibles en el hígado y el desarrollo de cirrosis, una enfermedad potencialmente grave en la que el hígado se deteriora gradualmente y puede asociarse a complicaciones que pueden poner en peligro la vida”, dice.
La enfermedad del hígado graso no alcohólico, muy común, por ejemplo, afecta a uno de cada cuatro españoles, que incluso tienen un alto nivel de grasa en el hígado.
“En este tipo de casos, los factores de riesgo se centran en la obesidad, la hipertensión arterial, el exceso de lípidos en sangre (niveles elevados de colesterol o triglicéridos) y la diabetes”, enfatizó el expresidente de la Sociedad Española de Gastroenterología.
A continuación, el hígado graso no alcohólico se divide en pacientes en los que este exceso de grasa no produce inflamación y en los que la inflamación es consecuencia del hígado graso (esteatohepatitis).
“Una pequeña proporción de pacientes con inflamación por hígado graso no alcohólico puede tener un daño hepático progresivo que lleva a la cirrosis, pero es un porcentaje pequeño”, aclara el responsable de la Unidad Pancreática en su hospital.
Dra. de Madaria, ¿las personas pueden observar o sentir algún signo o síntoma temprano que nos haga sospechar que tenemos hígado graso?
Un hígado graso, en principio, no da síntomas, aunque está escrito en algún libro de medicina que se siente un poco de molestia; de hecho, la gran mayoría de las personas diagnosticadas con hígado graso no experimentan síntomas.
Esta patología hepática suele diagnosticarse de forma casual a partir de una ecografía abdominal realizada para analizar otra enfermedad o mediante un análisis de sangre general, que muestra si el paciente tiene los niveles de transaminasas ligeramente elevados.
Dr. Enrique de Madaria Pascual, subdirector científico del Instituto de Salud e Investigación Biomédica de AlicanteISABEL).
¿Cómo se diagnostica la evidencia oculta de hígado graso?
Una de las pruebas diagnósticas es la ecografía abdominal, la mayoría de las veces en busca de otros problemas dentro del cuerpo humano. En la ecografía, un hígado graso parece más brillante de lo habitual.
Otra prueba común analiza el contenido en sangre, valores básicos altos en un marcador de transaminasas, proteínas que se encuentran dentro de las células del hígado.
“Cuando estas células se dañan, las transaminasas se elevan en la sangre; es decir, las transaminasas se liberan al torrente sanguíneo cuando las células del hígado se rompen”, explica.
El médico solicitará entonces un estudio: generalmente, un análisis de sangre y una ecografía, dos pruebas básicas que confirmarán la presencia de grasa acumulada en el hígado.
“En los pocos casos que se encuentra cirrosis, repito es raro, el paciente puede empezar con algunas complicaciones; y al buscar la causa de la cirrosis es cuando se diagnostica la esteatosis hepática (lesiones similares a las que provoca el alcohol)”, subraya.
Sin embargo, siempre se deben descartar otras causas de daño hepático, como el consumo de alcohol, la presencia de microorganismos (virus de la hepatitis A, B, C, D y E, adenovirus, Epstein-Barr, citomegalovirus, etc.), fármacos o la virus. la presencia de enfermedades autoinmunes.
Cuando se diagnostica el hígado graso, en muchos casos se realizará un fibroscan.
“Es una prueba similar a una ecografía que muestra el grado de fibrosis (cicatrización) del hígado, lo que te da una idea de si la acumulación de grasa está causando secuelas importantes, ya que una cicatrización excesiva del hígado puede llevar a la cirrosis”. , para determinar.
Acerca de la Dra. de Madaria, es importante señalar que la cirrosis es poco común en los casos de enfermedad del hígado graso no alcohólico.
Asimismo, en casos muy seleccionados puede ser necesaria la realización de una biopsia hepática (toma de una muestra de tejido) para descartar otras causas de enfermedad hepática y comprobar el estado de cicatrización.

Tratamiento médico del hígado graso
La mejor terapia para el hígado graso debe basarse en prevenir los factores de riesgo: evitar las bebidas alcohólicas y azucaradas, una dieta rica en grasas saturadas y el sedentarismo, entre otros.
“De esta forma mantendremos un mejor control de la hipertensión arterial, la obesidad, la hipercolesterolemia, la diabetes y la hipertrigliceridemia”, dice.
“En este sentido, todavía no existen fármacos potentes que actúen contra el hígado graso; pero algunos medicamentos para la diabetes y la vitamina E parecen tener un efecto positivo, aunque este aspecto es controvertido”, dice la especialista.
Sin embargo, estos pacientes son monitoreados periódicamente mediante análisis de sangre y orina.
También, a través de pruebas diagnósticas de ultrasonido y fibroscan (elastografía hepática, una tecnología de ultrasonido que estudia la rigidez del hígado y los cambios en el nivel de lípidos).
El hígado graso alcohólico se cura cuando desaparece la bebida, pero ¿qué ocurre en los pacientes con hígado graso no alcohólico, se reduce la grasa acumulada en el hígado hasta limpiarlo y, por tanto, curar la enfermedad y sus consecuencias?
“Al controlar los factores de riesgo de esta enfermedad, en algunos casos podemos ver una cierta reducción progresiva de la grasa en el hígado, que también se muestra en exámenes y ecografías; Sin embargo, esta frecuencia positiva no es relevante ni general”, dice el gastroenterólogo.
“Lo realmente importante es minimizar en la medida de lo posible los factores de riesgo que influyen en la aparición y desarrollo del hígado graso y otras enfermedades concomitantes, como el síndrome metabólico, la obesidad, la diabetes o la hipertensión arterial”.
Debemos recordar que es difícil, incluso muy difícil, para las personas. perder peso.
“Tanto -dice- que no siempre se pueden corregir los factores de riesgo; Además, hay pacientes que corrigen sus factores de riesgo y no consiguen reducir sus niveles de hígado graso por este motivo. Además, algunas personas no tienen factores de riesgo y tienen hígado graso”.
“Del mismo modo, tenemos un grupo de pacientes cuyos análisis periódicos muestran repetidamente pequeños cambios en las transaminasas -enzimas intracelulares- y la patología correspondiente no es del todo dañina, ya que el nivel de inflamación en el hígado es bajo”, completa y completa. Dr. Enrique de Madaria Pascual.
Cabe recordar, sin duda, que solucionar o controlar la importancia de la esteatosis hepática sobre los determinantes y factores de riesgo de un grupo de enfermedades, como la diabetes, el sobrepeso y la obesidad, reduce la importancia de la esteatosis hepática y ofrece grandes beneficios para la salud de cualquier persona. .